La historia de la economía política es rica en ejemplos de precursores
olvidados, cuya obra no despertó ningún eco en su tiempo y que solo fueron
redescubiertos cuando sus ideas más importantes han sido ya difundidas
por otros. Es también rica en notables coincidencias de descubrimientos
simultáneos y de singulares peripecias de algunos libros. Pero difícilmente se
específicamente en esta historia, ni en la de ninguna otra rama del sable, el ejemplo
de un autor que haya revolucionado los fundamentos de una ciencia ya bien
establecido y haya obtenido por ello general reconocimiento y que, a pesar
de todo, he sido tan desconocido como Carl Menger. Apenas si existen
casos paralelos al de los Principios, que tras haber ejercido un influjo firme y
permanentes hayan tenido —debido a causas totalmente accidentales— tan
limitada difusión.